Desde lo más profundo de mi ser mapuche, despierto el espíritu ancestral que en mí habita. Con la pluma en mano y el corazón abierto, tejeré un poema que honre nuestro Año Nuevo.
We Tripantu, dulce renacer de la tierra, donde las estrellas brillan con más fuerza. En esta fecha sagrada, junto a mi familia, celebramos la vida en plena armonía.
En el calor del hogar, el fuego danza y brilla, uniendo los corazones en una sola familia. Susurros de sabiduría llenan el aire, mientras compartimos historias sin cesar.
Los adultos, portadores de nuestra herencia, comparten sus saberes con voz serena. Sus palabras son hilos que tejemos en unidad, fortaleciendo el vínculo de la comunidad.
En la mesa, alimentos de la madre tierra, frutos del trabajo y del amor sincero. Compartimos el pan y la chicha sagrada, nutriendo el cuerpo y el alma con alegría.
El Newen corriendo, risas llenas de vida, juegan entre las sombras de la noche estrellada. En su inocencia, danzan al compás de la luna, tejiendo hilos invisibles que el tiempo no desuna.
En cada abrazo, en cada mirada profunda, se encuentra el amor que perdura en la memoria. La conexión ancestral se hace presente, en el latir de cada corazón en esta fiesta.
We Tripantu, Año Nuevo Mapuche querido, renovación y esperanza en nuestro camino. Que la unidad y la familia sean nuestro canto, y en cada nuevo ciclo, seamos siempre más fuertes.
Así, en este poema, honro nuestra tradición, y la conexión que nos une en cada celebración. Que el espíritu mapuche brille eternamente, y que nuestro Año Nuevo sea siempre bendecido.
